01 Jan Del libro XXX Certamen de Pintura S. Soria. Vila de Benissa. Ricard Silvester.
Más o menos cercana al paisaje, próxima o no a referencias reconocibles de lo real , la poética de Elena Aguilera Cirugeda (Alacant, 1962) mantiene la preponderancia del trazo y la espontaneidad de su escritura visual unidas en una dicción plástica estructurada desde la abstracción lírica, cierto sentido oriental de la composición y aquella intensidad reflexiva llevada a cargo de la intuición y no tanto del razonamiento filosófico. Se trasluce en pensamiento, entonces, como sobrevenido en la libertad verdadera e interior de la pintora. Así, la maduración interior, junto a una elegante austeridad serena de contenida emoción, se despliegan en base a los sugerentes vacíos de la imagen la sensación de profundidad metafísica que definen, además del bien resuelto juego de las coaliciones, tanto de las líneas entre si, como de éstas organizadas sobre un fundo que va entonándose a medida que se le aproximan, constituyendo la percepción de planos y horizontes. Ese «tras la escritura» , convertido en extensión de la mano y muñeca de la pintora, es el mejor aliado del grafismo que surge de una sola vez, sin retoques. Una geometría informal, pausada, lírica y que liquida, en su reiterada profesión de líneas un sólo modo de acceder al mundo. En ello se destacan las influencias zen de su propuesta de síntesis reflexiva a pesar de lo poblado de sus mallas, en parte una caligrafía que al colocar el pincel sobre la tela permite entrar en la Naturaleza. El vigor del «shodo», la libertad murmurante de un difuminado empaste, funden en territorio pictórico sutil, un pálpito profundo y del entendimiento.
Ricard Silvester